sábado, 14 de septiembre de 2013

Ir con los guapos es muy fácil

Hola gente,
Vuelvo de vacaciones, a escribir un poco en el blog, que ya me mira mal de lo descuidado que lo tengo. Así que he decidido volver a darle algo de cariño y "postear" un poco. Y no sobre Bárcenas, Siria o el Madrid 2020, que de eso ya hablan los más entendidos (o entendidillos) y yo ya tendré tiempo, sino de algo en apariencia mucho más mundano y trivial, como es el baloncesto.
Estos días se celebra en Eslovenia el Eurobasket, como cada dos años, en el que compite una vez más la selección española, junto a otros 23 Estados europeos. No soy un ejemplo de patriotismo, ya sabéis, así que si veo estos partidos (y estoy viendo muchos) es por el juego que este grupo de jugadores realiza y al que nos tienen acostumbrados desde hace ya casi quince años, cuando unos niños ganaron a los Estados Unidos en el Mundial junior celebrado en Lisboa. Allí estaban niños con nombres de hombres de hoy (hombres, jeje) como Pau Gasol, Navarro, Reyes, Raúl López, Carlos Cabezas, Berni Rodríguez...
Bueno, que me centre que si no me voy por las ramas de la historia del baloncesto. La cuestión es que hoy vengo  a reivindicar en este espacio virtual una mayor presencia en la pista para esa persona que hay en el banquillo de la selección, allí al final del mismo y que es poco más que el jugador número 12 del equipo (vamos, el último mono). Se llama Germán Gabriel y ha sido jugador de Estudiantes en los últimos años.
Germán está un poco gordo, no es muy guapo ni cachas, tiene una barba algo descuidada y, para colmo, bastante poco pelo, al estilo de cualquier monje de El Nombre de la Rosa. Vamos, no tiene glamour. Tiene las rodillas bastante destrozadas y, por si fuera poco, nació en Venezuela (Azufre!!). Parece, si no fuera por su altura, el utillero del equipo o el delegado, llevando el acta e inseparable de su bolígrafo.
Germán es todo eso, es verdad. Pero también es curioso que la pasada temporada haya sido el segundo jugador más valorado de nuestra liga, para mí un verdadero ejemplo de inteligencia y técnica individual, un ejemplo de superación física y de reponerse tras una lesión fatal. Un vivo ejemplo de cómo salir del atolladero con saber estar. Los que somos de Estu lo conocemos y lo hemos visto salirse los últimos años, dar una clase al poste bajo cada domingo, lanzar de tres puntos como un alero, ser líder de un equipo que ha pasado por unos años muy malos. En este tiempo ya se había merecido ir a la selección de nuevo, pero no para esto, para llevar el agua y salir al campo cuando se gana por treinta puntos.
Quiero reivindicar, y reivindico (jeje, como Suárez) la importancia de la inteligencia, del conocer, de la experiencia, la solidaridad con el equipo de personas que tienes al lado. Más allá del atractivo físico, la fuerza, los músculos... reivindico a jugadores como Gabriel, como Rafa Vecina, Vandiver y, por supuesto,  Pinone. Esos que estuvieron tanto tiempo en el Estu y que tanto me enseñaron sobre este deporte y sobre la vida. Con sus valores de equipo, con la fidelidad a una idea, a una forma de vida. Aunque las circunstancias estén en contra.
En es Estu siempre defendimos y disfrutamos con estos jugadores, de su capacidad mental para ver la jugada, para anticiparse. Siempre nos ha encantado el baloncesto de esta manera, ajeno a animadoras en minifalda, mascotas y beautiful people. Somos más bien feos y normalmente tenemos las de perder, pero disfrutamos a nuestra manera, porque ganar es de horteras, todo el mundo lo sabe en el Ramiro. Lo lamentable es que el ahora seleccionador quiso ser de este tipo de jugadores, pero siempre le faltó la inteligencia en Estudiantes para serlo.
Reivindico, una vez más, la figura de Germán Gabriel por encima de Orenga, ese que quiso irse al Madrid de los guapos, de los cachas, de los ricos y de los que siempre ganan. Reivindico a Gabriel, ese que lideraba aquella selección de niños que ganaron hace unos quince años en Lisboa. Ese que hacía ser suplente a Pau Gasol. Ese que me enseña baloncesto cada vez que lo veo. Puede parecer frívolo o superficial este post. Puede ser. Pero si fueras del Estudiantes lo entenderías. Estoy seguro. Porque estamos un poco locos y porque ir con los que ganan siempre ha sido y será muy fácil, y poco divertido.

jueves, 1 de agosto de 2013

Cómete el mundo

Saludos de nuevo,

sí, llevaba tiempo sin escribir, y he decidido dejarme un rato en esta tarde para compartir con vosotrxs unos pensamientos en estas dos entradas de hoy. La verdad es que ahora ando con poco tiempo. Bueno, como casi siempre, no? y vuelvo a incumplir una vez más una promesa, en este caso esa que os hice de "postear" con frecuencia. En fin, vosotros me entendéis.
Ando ahora metido en cuestiones musicales, como a diario durante los últimos quince años aproximadamente. Cuando empecé en esto no tenía ni idea de nada de este mundillo. De hecho, no sabía ni siquiera que un pedal  pudiera definirse como distorsión... ¿para qué iba a hacer falta a un músico un sonido distorsionado? y eso que yo era de La Polla Records para arriba, eh? Pero claro, ni me lo hubiera planteado en ese momento.
Según ha pasado el tiempo y los ensayos con el grupo, traté de ir mejorando con la darbuka y el djembé, mis primeros instrumentos de percusión, hasta que luego pasé a tocar las congas y las pailas, siempre a mi manera y a la que me enseñaban quienes tenía cerca. Ah, eso y copiando a otros, método que también os recomiendo fervientemente. Todavía recuerdo una canción donde metía el cajón flamenco y decidí tratar de copiar un ritmo de un tema de Estopa, jeje.
En esa etapa ya empecé a enredar con la lírica de los temas, las letras, porque además sentí que era una necesidad que comenzaba a darse tanto en el grupo como en mi interior. Al mismo tiempo, cuando compramos nuestra primera mesita de sonido, más bien aquel juego de voces cutre, decidí empezar a preguntar para qué valían aquellos botones, puesto que a todos nos parecían iguales.
¿Qué más? bueno, pues lo siguiente fue coger un micro para hacer coros, haciéndolo compatible con la percusión. Se habían marchado personas que realizaban esta labor y alguien tenía que asumirla, por el bien del colectivo. Así que decidí comerme parte de mi vergüenza, con todo lo que eso supone, y comenzar a soltar gritos por el micro.
Y unos meses más tarde, tras la salida del cantante del grupo, decidí que había llegado el momento de dar el paso y asumir ese rol en lugar de coger otra persona, puesto que esa labor siempre requiere de un proceso de trabajo y adaptación al grupo humano y musical, que no siempre llega a buen puerto, como he comprobado varias veces a posteriori.
Desde ese momento estoy centrado en el tema vocal y lírico, pero he seguido trasteando, de forma que sé hacer sonar una batería, una guitarra de 3 acordes y un piano casio, de esos que son algo más grandes que los que teníamos de pequeños, en los que sonaba solo el Carros de Fuego.
¿Qué me queda? pues muchas cosas, pero ahora estoy metido en la teoría musical mientras empiezo a manejar otro instrumento, el bajo. Después de un año como alumno en un taller musical, con una horita semanal, estoy empezando a comprender este tema. Cuando me hablan de grados, intervalos, escalas o cadencias... más o menos sé por dónde van. Y qué placer poder tocar un instrumento armónico junto a la batería. Y pensar en poder hacer mis propias canciones!!
Todo este rollo para comentaros que, para gente como yo y supongo que como tú (que tienes las necesidades básicas más o menos cubiertas y que estamos aquí sentados en internet) muchas cosas son posibles. Casi todo. Yo no tenía ni idea de todo esto, y sí tenía ya más de veinte años.. podría haber pensado que ya era tarde,etc,etc. Pero no. Coraje, actitud, respeto y compromiso son valores que nos convierten en armas, al estilo de lo que decía Celaya con la poesía. Armas cargadas de futuro, pues el mundo será nuestro.
Armas con ganas de seguir aprendiendo a tener más puntería y de, seguramente, dispararse sobre la cabeza de quien está imposibilitando ese cambio de rumbo. Personal y colectivo.

Yo no, por favor

Salud amigxs,

Me he levantado esta mañana con sueño, creo que dormido mal. Con sueño, como casi todos los días. Pero cuando estaba tomando café, se me ha venido a la cabeza una vez más esa pregunta que me ha estado martilleando la cabeza toda la noche. Y no una pregunta cualquiera, sino la PREGUNTA.¿Seré yo de UPYD? la cuestión es que ayer por la tarde escuché a la Sra. Rosa Díez, Doña Rosa, diciendo que hay millones de españoles que son de UPYD y no lo saben. Y la verdad, como sea mi caso, me pego un tiro. No podría resistirlo. ¿Te imaginas que lo soy?¿Y qué le voy a decir yo a mi mamá? ella que estaba tan orgullosa de su niño el rojeras. Vaya decepción se va a llevar.
Yo creí que era del Estudiantes, de Rosendo, de Maradona... Sí, esas me las sé. Lo confirmé cuando una noche me sorprendí corriendo delante de una banda de ultrasur que querían matarme por habernos reído de ellos tras ganar un partido en la antigua ciudad deportiva del Madri$, esa que solíamos llamar "la cuadra". Pues sí, y yo creía que era un rojete, un poco antisistema y un tanto pirata musical. Todo eso creí.
Lo admito, soy hasta de los que se beben una lata de coca-cola de vez en cuando, con todo lo que eso conlleva. Tengo una tarjeta para sacar pasta de un banco, en el que tengo cuenta, y un móvil para hablar con los colegas. Tengo muchas incoherencias, lo admito. Malvivo con ellas o, simplemente, convivo. Según el día y lo que me aguante a mí mismo.
Pero ahora esto!! yo no quiero ser de UPYD. Espero no estar entre esos millones de españoles. Por no querer, no quiero ser ni español. Así no tendré posibilidad de estar  con ellos, de votar a la Sra. Díez. Sólo me faltaba ya tener que reirle las gracias a Toni Cantó mientras me leo un libro de Fernando Savater.

Aghhhh!!

jueves, 4 de julio de 2013

El bicho raro del portal

He participado en días pasados en una reunión o comité de dirección en mi empresa,en la que trabajo (entiéndase), de esas que hacen los llamados directivos. Allí estaba yo, que no me dirijo ni a mí mismo, junto a toda la plana mayor de la empresa, con la que no tengo nada que ver, sólo que trabajamos en el mismo sitio. El caso es que en la primera de las dos jornadas dedicamos el tiempo (o lo perdimos, según preferencias de cada cual) a estar con una consultora que venía a hablarnos, nuevamente, de la gestión de los equipos de trabajo, de los equipos inteligentes, así como de los perfiles que cada persona cumple o cumplimos dentro de los mismos equipos.

Previamente a esto, los presentes tuvimos que haber cumplimentado un cuestionario que nos pasaron vía web, de cuyo resultado saldría cada uno de nuestros perfiles. Todo este rollo no es, ya me conocéis, para fardar, ni mucho menos. No hay de qué presumir. Lo cuento para hacer público que, aunque ya lo supiérais, soy un bicho raro. Primero, porque según el resumen que nos entregaron en la sesión, con el perfil personal, parece que pertenezco a ese 15% de las personas que tienen rasgos o roles separados en su quehacer diario. Vamos, bipolaridad manifiesta.

Pero eso no es lo más importante, ya que la bomba es que de las cincuenta personas que allí estábamos, que previamente habíamos cumplimentado el cuestionario, soy el único encuadrado en mi perfil, mientras que los demás se agolpan prácticamente todos en otro. Mi perfil, de cuyo nombre no quiero o puedo acordarme, pero en el que los rasgos característicos son la preocupación por las relaciones dentro del equipo de trabajo, el apoyo a los demás, el trabajo por las demás personas del equipo, el disfrute por actividades comunitarias o el tener valores y convicciones morales o ideológicas fuertes...

¿El único así? ¿Y eso? ¿Y a esto lo llaman equipo? pues está claro. La gente que manda en las empresas, los "peces gordos", no tienen nada o casi nada de esas cuestiones que parece que me caracterizan. Lo cual me alegra, y me enorgullece. La gente que da ordenes despide trabajadores y trabajadoras, los pone en lo que ellos llaman "en su sitio". Se sienten cómodos cuando son adulados y les gusta que les rían las gracias. En general, además, son bastante egocéntricos, creen que el mundo gira alrededor de su ombligo. Doy fé de ello.

Claro, yo no mando nada, ni tengo a nadie a mi cargo, ni siquiera a mí. Somos distintos ellos y yo. No me gusta la hipocresía del pelota, no me gustan los actos sociales de riegracias, nunca he conseguido estar cómodo dando órdenes. De hecho, por no darlas lo hago yo... Por eso a mí me gustan muy poco estos saraos en hoteles de cinco estrellas, con copiosas cenas a la luz de las velas y una visita turística por la ciudad de turno. Por eso yo, cuando estoy en esas habitaciones de hotel, fastuosas, no puedo dejar de preguntarme lo que haría con todo ese dinero malgastado en una reunión más, de esas que se hacen para el disfrute y el placer más que para otra cosa. No nos engañemos, aunque vayamos. Y con dinero de todos. Un ejemplo más de a dónde nos han conducido estos.

sábado, 15 de junio de 2013

Sobre los prejuicios y los estereotipos

Salgo del trabajo vestido de eso, de trabajo. Llevo traje y camisa, sin corbata ni nada similar. Voy bien, ya me he acostumbrado a llevarlos, incluso en verano. Salgo cuesta arriba. Desde hace meses he decidido irme a casa andando, con una hora de camino por delante más o menos cada día. Así hago ejercicio y también me ahorro pagarle a la Comunidad de Madrid más pasta por el transporte público, en el que sí me muevo por las mañanas.
Pues bien, en el camino a casa paso siempre por una urbanización de lujo. Pero de lujo, lujo. Lujo asiático. Yo por allí andando y mirando la cantidad de chalets y mansiones que se acumulan a uno y otro lado de la calle, camino de mi barrio. Porque mi casa está en un barrio normal, tirando a popular. Vivo en San Blas. Que quede claro.
En éstas pasa un taxi que conduce, como todos los taxis, un taxista. Y de repente grita,  con todas sus fuerzas: “joder con estos putos fachas!!. En ese momento, la situación se vuelve poco menos que surrealista. Yo, plantado en una de las urbanizaciones más caras de Madrid, cual Paco Martínez Soria en Alemania, con mi traje y mi mochila. Yo, que vengo cagándome en todos lo que serán los dueños de esas megacasas, que me gustaría acabar con ellos. ¿Y que me venga un taxista diciéndome eso? ¿Puto facha?¿a mí?¿un taxista?.
Me pongo en su lugar y la situación tiende a normalizarse. Estamos ambos, como ya he dicho, en una urbanización en la que viven ricos, famosos, gente influyente, donde vivía antiguamente el tal Aznar antes de ser presidente de los espanyoles. El taxista ve a un fulano con traje andando por la calle. Por unas calles donde no anda nadie. Nadie y por tanto nadie en quien cagarse. Sólo el servicio de cada mansión puede andar por allí, porque los ricos van en unos coches casi más impresionantes que las casas. Y, entonces, suelta el odio que lleva dentro y pone a parir al primero que ve. O sea, yo.
Yo, el tonto que tiene que ir con traje a trabajar, incluso con cuarenta grados a la sombra. Yo, el que se tiene que peinar y quitar los pendientes para ir a trabajar. Yo, el que tiene que llevar una doble vida porque si vistiera a diario como los fines de semana mucha gente del trabajo no se le acercaría. Yo, aquel facha para ese taxista.
Un taxista del que, si no hubiera dicho nada, yo hubiera pensado que iría oyendo la COPE, con un poster del Madrid y una revista porno en la guantera, despotricando de todo lo que huela a rojo y gritando que con Franco no pasaba esto. Un taxista al que nunca hubiera querido conocer. Esa es la verdad.
El caso es que ahora me encuentro aquí, aturdido. Debo tener pinta de facha. Lo mismo soy uno de ellos. Agh!! Y no sólo eso, sino que además me gustaría conocer al taxista que gritó lo que yo quería gritar allí, a todos esos ricos de mierda. ¿va a resultar que quiero ser taxista? ¿a ver si me va a gustar la COPE?
A partir de hoy, cuando vaya para casa, miraré a ver si coincido algún día con él otra vez. Quiero demostrarle que no soy ningún facha. Quiero gritarlo con él, a los que viven allí. Quiero que me convenza de que venga a trabajar con pendientes, con la ropa sin planchar. Mejor, quiero que me convenza de que deje de trabajar. Yo trataré de convencerle para que cambie de profesión, o por lo menos de que tenga cuidado cuando se junte con sus compañeros, los que son fachas. Los que escuchan la COPE y tienen a Torrente de modelo vital.
Joder, lo que te hace replantearte una situación aparentemente insignificante. Te planteas tus valores, tus creencias, tus prejuicios y tus clichés, los que llevas toda la vida construyendo. Los que viven contigo.  Te planteas si tu vida merece la pena cuando un taxista te llama facha. Y quieres huir de ella…

lunes, 10 de junio de 2013

Los "neutrales" de mierda

Quiero ser como Celaya. Comparto totalmente con él aquello de “maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”. Creo que los veo todos los días, pues ellos son los que normalmente copan los lugares públicos, con notoriedad. Los peligrosos, los que se mojan, no suelen tener cabida en estos lugares reservados para lo entretenido, lo bonito, lo aséptico…
Dentro de estos personajes los encontramos de distinto pelaje. Están los tontos, y las tontas, los que no dicen nada porque no saben nada ¿Qué quién? Pues por ejemplo Bisbal. Bastante tiene el chico con juntar dos o tres palabras seguidas, ya que cuando trata de formar una frase la lía, como ya nos ha demostrado en más de una ocasión. Son así, no me molestan porque no los veo, los evito porque no me aportan nada más que eso que Boyero decía hace poco: “esa sensación tan desagradable que es la vergüenza ajena”.
Pero de los que quiero hablar hoy son esos que van de palo, con esa estética antitodo, esas rastas de peluquería y esos pendientes de oro. Esos que dicen ser progres, ácratas, rojos o antisistema… pero luego no son nada más que ego. Os hablo de esos que ya conocéis, de esos que dicen estar a este lado del río simplemente porque les viene bien para vender más discos, más libros… son esos que han levantado la mano en un momento dado, o la palabra, que han tratado de posicionarse para engordar su cuenta corriente. Os acordáis de Yeltsin poniéndose delante de los tanques?
Los conoceréis por sus mensajes, pero por el vacío de los mismos, cantando a la marihuana, a la fiesta y al amor libre. Hablando de diversión y llenando festivales alternativos (a qué?). Es el vacío necesario para llenar las radiofórmulas, el que reclama una discográfica para vender el máximo número de discos posible. Tienen muchos nombres, cada cual seguro que conocéis y me podéis enviar varios ejemplos.
Yo, en la música, tengo los míos. Los conozco incluso personalmente, los he escuchado y los detesto. Han estado muy cerca de mí, pero siempre he odiado que me comparen con ellos. No somos iguales, no. Ellos tocan mejor, son más guapos, viven de esto y todo el mundo tararea sus canciones. Son gente de éxito, triunfadores de la mediocridad.
Nosotros tocamos mucho peor, seguro, nos levantamos prontito para trabajar y cuando tocamos en nuestros centros sociales algunas personas tararean nuestras canciones. No somos gente de éxito, más bien no somos nada. Nos gustaría ganarnos la vida con la música, pero sabemos que además de tocar bien hay que tener muchas tragaderas para entrar en el circuito, cosa que no estamos dispuestos a asumir. Eso es lo que mucha gente no sabe, o no cree.
No hace falta que os diga sus nombres, los conocéis igual que yo porque sois más listxs que yo, o los conoceréis porque se delatan con sus hechos, con su actitud, y no hace falta buscar tan lejos como el caso de Bisbal.  En el mismo Lavapiés tenemos ejemplos de enteradillos de este tipo, porque allí ahora es fácil pescar. Y están en todos los estilos: en la rumba, en el flamenco, en el rock, el metal e incluso el punk. Estad al loro, están cerca y no debemos colaborar con ellos. Nuestra poesía es un arma carga de futuro expansivo que, como dijo Celaya, te apunta al pecho. Y hoy hace más falta que nunca. Por una cultura libre y popular, fuera enteradillos de nuestros barrios, de nuestros espacios.

viernes, 31 de mayo de 2013

No estoy de moda

No estoy de moda, no me gustan. No destaco por nada, al menos bueno. Soy miope, bajito y cada vez con más kilos. Así que nunca estaré de moda. No me gustan, como no me gusta el éxito, y por eso no lo busco.
Sí busco trabajar, en muchas cosas. Y no me refiero sólo a lo que alguna gente considera trabajo, entendiendo por tal aquella o aquellas tareas que te hacen ganarte la vida con más o menos soltura. Me gusta trabajar en muchos proyectos, aprender y compartir temáticas diferentes, me sirven de fin y de excusa para trabajar en sí mismos. Me gusta ponerlos en marcha, ayudar a que despeguen, como si fueran un hijo. Estaría toda la vida dedicado a esta labor.
El trabajo que te hace aprender, equivocarte, avanzar, colectivizar la vida, las decisiones y el futuro. No el trabajo que busca el éxito y mucho menos ese fácil y rápido que vemos a diario en televisión. Además, ese éxito no suele derivarse del trabajo. Al menos del que yo hablo.
El trabajo como una actitud, una forma de vida, pensando que con intención, actitud y trabajo es casi todo posible, al menos para los que nacimos con algo que comer todos los días. El trabajo como proceso, donde quizás importe más el camino que el resultado. Sin despreciar éste pero valorando sobre todo aquel, puesto que el error es siempre propio de las personas. Y en eso seguro que también soy un experto.
El trabajo sincero, sin guardar esfuerzos en la manga. Solidario con las personas que participan contigo en el proyecto, porque el mejor trabajo es el que haces con otras personas. Ese es el potente, el que cambia vidas y las mejora. El que mueve o moverá el mundo.
Esa actitud viene bien también a las empresas, para qué negarlo. Vengo bien a la empresa en que trabajo, porque no estoy allí para pasearme ni para charlar o cotillear por los pasillos. Trabajo con un equipo de gente y aplico el mismo método que cuanto estoy fuera del trabajo. Así me educaron. Es lo que tiene crecer en una familia roja. Y el equipo de gente con el que trabajo es similar, no por lo rojo, sino porque nadie se escapa en el momento de la verdad. No se escaquean. Nos ayudamos y apoyamos.
Pero eso no nos hace ser unos pelotas, sino gente trabajadora. Sobre todo porque la empresa maneja dinero público y ya bastante despilfarro, mangoneo y mal uso hay de estos fondos como para hacerlo también uno mismo.
Vengo bien a mis jefes, ellos lo saben y yo también. Pero hasta cierto punto. El tesón, los valores y esta forma de ser también cuestionan la lógica de las empresas y el capitalismo. Son cuestiones que se ponen directa y frontalmente de lo que os planteo en esta entrada… son individualismo, éxito rápido, dinero, egoísmo, poder…
Por tanto, que tengan cuidado. No estoy de moda y vengo bien. Pero ese mismo trabajo, ese mismo empeño, lo tengo y tendré también para tratar de acabar con ellos y subvertir la actual realidad, en busca de otra. Otra que, por otro lado, tampoco está de moda. Como yo, como tú, como la mayoría de las personas que entendemos las cosas de otra manera.

Tengo mitos, lo reconozco

En el mundo de la progresía actual, en todos sus ámbitos, siempre escucho ese rollo de que no hay que tener mitos, que tú mismo eres quien debe construir individualmente tu camino sin fijarte en los demás… bueno, y puede que sea parte de verdad, no?
Yo creo que los mitos existen, como las meigas. Todos los tenemos, no? Yo sí, claro. Ahora, no me valen para todos los aspectos de la vida, como creo que le pasa a alguna gente. No pido que un futbolista sea excelente persona y a la vez un intelectual, educado y solidario. Sé lo que es un futbolista. Alguno me parece un mito del fútbol, nada más. Me hubiera gustado jugar a su lado, ser la mitad de bueno que él. ¿Qué tiene de malo?
Me hubiera gustado tener la dignidad y la altura de muchas personas a las que admiré desde pequeño. Me hubiera gustado ser valiente, como Miguel Hernández, como Gabriel Celaya. Y escribir como Galeano escribe, como si hablara, como un libro abierto para todos los públicos. Con una valentía que siempre he admirado, pues esta gente se ha jugado el pellejo enfrentando su palabra a la de dictadores sanguinarios.
Me hubiera gustado escribir canciones como Rosendo, como Sabina, como Lennon. Crecí con ellas, como con las de los grupos de punk de los ochenta. Me hubiera gustado tener la actitud de los RIP en el escenario, o cómo se subían y descargaban los Ramones. Los admiro a todos.
Pero también admiro a gente desconocida para vosotros. Admiro a quien tengo a mi lado, porque por eso estoy a su lado. Es mucho más grande que yo, y tiene un montón de cosas que me gustaría tener, como la ilusión de un niño pequeño. Admiro a mi familia, la que sabe que es mi familia, por la dignidad y coherencia que siempre han tenido. Admiro a mis abuelos, que seguían sonriendo a pesar de lo que llegaron a vivir. Y con la cabeza alta.
Por tanto, tengo mitos. Lo reconozco. ¿Eso me hace ser antirrevolucionario? Espero que no. Sé que tengo muchas incoherencias, muchos defectos, muchos temores. Sé que ninguno de mis mitos lo va a solucionar y que ese es un asunto mío.
Pero cuando leo a Galeano, escucho a Rosendo, veo jugar a Azofra o a Maradona... entonces me imagino junto a ellos, cada uno en su parcela, y no me acuerdo de tanta incoherencia, de tantos miedos. Son como un pico de heroína, o al menos yo creo que así debe ser.
¿Matar a los ídolos? No me hace falta. Son lo que son y les pido eso. No los tengo en un pedestal para todo, sino para lo suyo. Esta noche, por ejemplo, hablé con Rosendo en sueños. Sí, es cierto. Y me dijo que siguiera escribiendo canciones, que le había gustado mi última letra. Y  me dijo también que luche por lo que quiero, junto a la gente que yo elija. Eso sí que son sabias palabras. Eso es un roquero. Y por eso yo lo tengo como un mito. Y me sirve para seguir caminando, para seguir escribiendo y en contacto contigo a través de las palabras.

sábado, 18 de mayo de 2013

El día está muy cerca

Aquí estoy, un día más,

hablaba con mis plantas esta tarde, mientras las cuidaba un poco después de estas tormentas que más que primaverales están siendo digamos que otoñales, como poco... El caso es que les decía que esto se ha acabado, que después de tanto tiempo y tantas oportunidades, de tanto esfuerzo y tanto trabajo, ya no puedo más. A partir de ahora seguro que tendrá que empujar otra persona de este carro, porque dentro de un tiempo, más corto que largo, me bajo del mismo y entonces ya veremos qué pasa. Habrá que buscar nuevos conductores entre tanto pasajero acomodado.

Porque no puedo más, por más que tenga la misma ilusión que siempre, o incluso más, se encargan de tirármela por tierra a la menor ocasión. Sí, a su manera me hunden, sin más. Su actitud pasota,desidiosa, estéril... hará que su vida nunca tire para adelante salvo que otro tire de ella, porque son así. Yo nunca entendí aquello más que como una forma de aprender, de sentirme bien, de generar un espacio de comunidad en el que poder ser uno mismo, con la excusa de lo que nos unía, en lugar de como un fin en sí mismo. Podía haber sido aquello como podía haber sido otra cosa, porque todo era una excusa para buscar nuestro espacio en el mundo, fuera del control de nuestros jefes, de nuestros "mercados".

El caso es que juntos avanzamos por un camino no marcado, pero sí pactado. Juntos unos días y otros menos juntos. Pero avanzando, hasta cubrir etapas que nunca hubiéramos imaginado cubrir. Hasta ver metas que siempre decían: "continúa, no te pares". Tantas horas daban para soñar juntos con un mundo mejor, ese que habíamos construido bajo nuestras manos, unidas.

Pero ese sentimiento parece que ha dejado de estar presente en mí, como debió dejar de estar en muchos otros corazones, en otros cuerpos. Y entonces la cosa pierde todo el sentido del mundo, porque ya no se cumple la primera premisa por lo que todo esto empezó, aquella excusa del primer día que nos sirvió para construir nuestro pequeño mundo, fuera del suyo. Por tanto, parece que ya no importa dónde estemos ni cuánto nos quede por descubrir, porque la historia está coja de origen. Ya no me apetece aprender aquí porque ya no creo, ya no confío.

Al final, por más que lo intentamos, parece que aquí también ha entrado el "mercado", entendiendo por tal el modo de vida común, la desidia, el dejarse llevar, la crítica barata y el que lo haga otra persona, que yo estoy muy cansado. Y entonces, como decía antes, ya todo da igual, por más que la cosa prometa, porque se ensució el agua de la copa "sagrada" que un día dejamos aquí para poder beber de ella cuando tuviéramos sed.

Pero no pasa nada, no hay que verlo como el fin del mundo, ni mucho menos. Llegará un nuevo día, mañana mismo, en el que el sol volverá a salir por el oriente y se pondrá un poco más allá de Galiza. Ese día volveré a juntarme con otras personas que entiendan el mundo de la misma manera que yo, para ver si podemos dar un pasito en este que nos ha tocado vivir y aproximarnos a aquél. No para sentirnos bien, no para calmar nuestra conciencia, sino por el hecho de cambiarlo. Y mientras tanto, tendremos que reírnos de aquellos a los que pillamos in fraganti, a los que desenmascaramos porque querían hacerse pasar por nosotros.

Ese día está muy cerca, el día en que habrá que buscar nuevos caballos que nos lleven a visitar el mundo que siempre hemos querido ver. Caballos fuertes, de primera categoría, como nosotros. Porque sólo con caballos fuertes se podrá ver el nuevo mundo. Sólo con caballos trabajadores, que tienen tesón por llegar, inquietud, interés y actitud. Solidarios con el que intenta hacer camino, aunque a veces se tropiece y se parta una pata. Amigos de sus amigos cuando son realmente eso, amigos. Esos caballos se verán pronto de nuevo juntos, y pondrán la manada mucho más arriba de lo que fueron otras etapas, de lo que llegaron en otras carreras. Porque serán de verdad, con la excusa como fin y el cielo como única frontera.


viernes, 17 de mayo de 2013

El miedo cambiará de bando

El sistema capitalista siempre ha tenido afán de perpetuidad, supongo que como todos los sistemas previos que conocemos.  Todos ellos se sustentaban en definitiva en una violencia extrema coercitiva, ejercida por el poder para perpetuarse, si bien cada uno tenía además distintas peculiaridades, liderazgos, circunstancias propias, etc…
El capitalismo no sólo ejerce esa violencia física que todos los regímenes han ejercido sobre los pueblos, sino que ha tratado de dar una vuelta más y camuflarla bajo los ropajes de la “democracia”, del propio sistema. El capitalismo nos hizo creer en el mercado porque el mercado nos aportaba una cierta posición y un cierto bienestar.
Nos hizo creer que hay que consumir, comprar y mover dinero para generar riqueza. Y que esa riqueza era para todos y para todas. Nos hizo creer a todas las personas que somos clase media, que siempre hay gente que está mejor (los más emprendedores, arriesgados, admirados…) y otros que están peor, en gran parte por su propia trayectoria porque estamos “en un país libre”, en el “mundo de las oportunidades donde cualquiera puede llegar”. Nos hizo creer que teníamos una posición, un status que no debemos perder. Nos hizo individualistas y egoístas, diciéndonos a nosotros mismos antes de acostarnos todas las noches: ”virgencita, virgencita, que me quede como estoy”.
Y nos lo hace decir cada día con más fuerza. El mercado ha convertido a quien hoy trabaja en un privilegiado y le hace sentir así. Y como es un privilegiado no puede criticar al mercado, no vaya a ser que acabe como los 6 millones de personas que no tienen trabajo. El mercado, bendito mercado para algunos, es una de las piedras sacrosantas de nuestra democracia. El mercado es la democracia, controla los Estados, su futuro, su presente. El mercado son unos pocos señores que deciden lo que está bien, lo que está mal, quién debe sufrir y quién no, con quién se especula y a quién se extorsiona.
El mercado decide qué se recorta, la sanidad o la educación, las prestaciones sociales o los servicios públicos. Decide si se privatiza tal o cual cosa. Decide todo eso porque utiliza el chantaje y la amenaza de cortar el grifo a los Estados, de provocar un colapso financiero. En definitiva, la democracia (su democracia) es la dictadura del mercado y realmente da igual quién sea el pelele que está en la Moncloa (en nuestro país) porque tendrá que obedecer lo que dice El Mercado (no olvides que esto son 4 fulanos, cada vez más ricos).
Ahora, al mercado también puede fallarle el mecanismo y pasarse de la raya, írsele la mano. Así ocurre cuando cada vez más gente ha perdido su empleo, su casa, su vida y su posición. Así ocurre cuando cada vez tenemos a nuestro alrededor más personas que no tienen status que perder, nada que perder, porque lo han perdido todo. Porque en ese momento es cuando esa persona realmente se cuestiona el sistema, porque aunque suene raro es cuando se ha liberado del sistema y lo pone en el punto de mira. Y en este punto hay ya, al menos, 6 millones de familias.
¿Y los movimientos sociales a los que pertenecemos? Pues creo que también hay que reconocer que en buena parte de ellos ha estado también gente “acomodada” que llegado el momento de la verdad nos echamos para atrás, para conservar lo poco que teníamos en un momento dado. Sólo una minoría era la que se exponía a todas las consecuencias. Y claro, hemos estado navegando durante muchos años en la endogamia y en el victimismo, sin capacidad para movilizar a la exclusión, al descontento. Sin capacidad real para cuestionar realmente al sistema, sino formando parte de él, con nuestras marcas y nuestras Visas, nuestro Smartphone y nuestra crianza natural. Siempre recordaré una acción en la Semana de Lucha Social en la que había que coger el metro para desplazarse y muchas personas pagaron “religiosamente” su billete. Éramos, como decía aquel, “anarquistas que siempre cruzamos por el paso de cebra”.
Pero ahora ha llegado el momento de dar el verdadero salto, el momento en el que nos jugamos todo aquello por lo que hemos luchado. El momento de la verdad, de hacer que la balanza se mueva para un lado o para el otro. Recuerdo que en la película Zorba, El Griego, Anthony Quinn decía en un momento dado: “Te falta una cosa: tienes que ser loco, en la vida hay que ser medio loco para romper las cadenas y ser libre”. Y ese momento nos ha llegado, pondremos locura porque ya no tenemos nada que perder, nada que temer, porque no tenemos nada. Pondremos locura y entonces veremos por dónde saldrá el sol.
En la película, cuando Zorba dice la citada frase, entonces el otro protagonista le pide que le enseñe a bailar. Pero ese momento ya lo hemos vivido aquí, con las flores y las batucadas, con el simbolismo de una acción frente a las fuerzas “del orden”. Me refiero a otro tipo de locura, “más loca”. Ni siquiera los escraches, los suicidios, los insultos… Ni siquiera una huelga de hambre, un encierro, un encadenamiento… Me da la sensación que empezaremos a ver resultados cuando los que todavía tienen status, porque ellos son el sistema (el famoso mercado) o sus cómplices acomodados, comiencen a sentir miedo en sus propias carnes. Cuando el miedo cambie de bando, de acera.
Sentirán miedo cuando vean peligrar sus casas, su intimidad, su comodidad. Sentirán miedo cuando vean quemados sus coches y sus jardines. Sentirán miedo cuando se les apunte con un arma, como en Italia hace unos días… sentirán terror cuando tengan que vigilar que cada persona que se les acerca pueda ser su verdugo, igual que ellos lo han sido de todos los demás.
Al propio sistema se le ha ido de las manos y resulta que los excluidos ya somos mayoría. El egoísmo de unos pocos les va a llevar a pasarlo mal, igual que ellos nos lo han hecho pasar a nosotros. El mundo tiene que cambiar y no será por un discurso de un “líder”, de un político populista venido a más. El mundo va a cambiar porque la gente ya no tiene nada que perder ni conservar.
Un nuevo mundo se avecina y allí estaremos para construirlo a nuestra manera, desde abajo, estando al loro frente a cualquier amenaza. Espero que nos veamos en ese proceso que debe empezar en cada cual, desde dentro y no sólo desde abajo. Espero verte, tú, yo, nosotros, los excluidos y los compañeros de los movimientos sociales con los que crecimos y soñamos. Ha llegado nuestro momento, en el ocaso del sistema, y surgimos desde los márgenes del mismo.

Aquí un privilegiado

Estas semanas no he podido subir ninguna nueva entrada al blog, ello a pesar de que me prometí subir unas tres de media semanales. ¡Qué cosa esta de no tener tiempo para hacer lo que a uno le gusta de verdad! Sí, estoy unas 9 horas al día en el trabajo, si no más, y resulta que me da igual, que para lo único que sirve es para darme de comer y para pagar el alquiler de una casa que parece que nunca será mía. Y nunca lo será.
A los que tenemos trabajo, los “privilegiados” que cada vez somos menos, no nos gustaría trabajar tanto, y lo que no lo tienen sueñan con encontrarlo, aunque sea ganando ochocientos euros al mes. Vamos, que sueñan con hacerse esclavos, pero es que no hay otra.
Una vez estuve diez meses en el paro y ya me sentía un inútil, necesitaba trabajar. Hoy, sigo con el mismo trabajo que conseguí al cabo de esos diez meses, y ya va para doce años si no he perdido la cuenta. Tengo unos 37 años y si la memoria no me falla nuevamente he cotizado a la Seguridad Social durante 13 o 14 de ellos… si, soy un privilegiado por tener trabajo y seguramente bien pagado para lo que cobra la gente de mi edad. Si cobra.
Pero de tan privilegiado que soy que lo mismo un día dentro de no mucho me encuentro con un infarto de frente, o cualquier otra cosa similar, por el estrés  y la vida que llevo, de forma que entonces el privilegio se habrá ido a la mierda. En ese momento, si consigo salir vivo, empezaré a pensar en todo lo que debí haber hecho y no hice, por falta de tiempo.
Empezaré a pensar que no te quise lo suficiente, o más bien que no te lo demostré, que debí jugar más tiempo contigo, compartir esos ratos con los amigos y, sobre todo, reírme de todo. Y sobre todo de ellos, de esos hijos de puta. Empezaré a pensar que el privilegio no era tanto, que todo era un timo y que debí haberlo visto a tiempo y asumir de forma valiente que existen “otras formas”.
Por eso, he decidido apostar fuerte. Por no tener que decirme un buen día que fui un gilipollas o un cobarde por no tratar de cambiar el mundo cambiando directamente mi vida. Porque el mundo sólo se cambia cambiando nuestra vida, no nuestro discurso… que los discursos son fáciles de aprender y las vidas difíciles de cambiar.
Y porque no hay libertad si no se aprende a renunciar a los bienes materiales. Y en esas estoy y voy a estar, orgulloso de cambiarlo todo para que sí cambie algo, mi vida y la de los que tengo cerca. Sólo así cambiaré la de aquellos que están lejos.
Ese día llegará tarde o temprano, porque ya lo he decidido. Pero mientras tanto, aunque me tenga que dar un chungo, seguiré intentando que nunca llegue el día en que tenga que decir que me quedé con las ganas de tal o cual cosa por culpa del trabajo. Al menos podré pensar que no dediqué mi vida exclusivamente al “privilegio” que es trabajar, que es comprar, que es consumir y que es ir a votar a nosequé partido… o que al menos lo intenté. Porque no quiero que mi vida se resuma en una palabra, o en dos a lo sumo.
Por eso, vuelvo hoy a la carga con esta entrada nueva, dándole caña al blog. Aunque esté cansado, aunque tenga estrés y me duela la espalda, aunque esté en el trabajo un día de puente en que no se han levantado ni los guardias ni los semáforos. Aunque tenga ganas de llorar.
Entonces aprieto los dientes y me digo a mí mismo que el puto privilegiado ha vuelto. Besos.

viernes, 5 de abril de 2013

A propósito de los escraches de la PAH

Decían Rajoy y todos sus acólitos en estos días que ir a la casa de los políticos del partido popular a pedirles personalmente que voten a favor de la ILP (iniciativa legislativa popular) presentada por la PAH (Plataforma de Afectad@s por las Hipotecas) es profundamente antidemocrático, que no se puede intentar coaccionar a los representantes de la soberanía popular ni alterar su vida privada o el bienestar de su familia.

Me pregunto qué querrá decir "profundamente antidemocrático" y realmente cuánto de este comportamiento hay en desplazarse de forma pacífica a la puerta de una casa de un particular a poner carteles y a corear unos lemas, para tratar de hacer que los políticos se salten algo tan profundamente antidemocrático como es la férrea disciplina de partido, la dama de hierro de nuestras Cortes.

La libertad de expresión no es democrática? y la libre circulación? puede ser el derecho a manifestarse? a disentir? Podría ser antidemocrático exigir a los políticos aquello que han prometido en la hora de las promesas? Teniendo una respuesta más o menos clara a estas preguntas, parece que Rajoy no podrá parar estas acciones (llamadas Escraches inicialmente en Argentina e importadas a nuestro país en los últimos años) con la ley en la mano, al menos hasta que haga una expresamente para ello. Y claro, lo denomina antidemocrático para desprestigiar y deslegitimar un movimiento ciudadano surgido al márgen de los partidos y las instituciones políticas. Un movimiento que está cobrando un protagonismo fuerte y que cuenta con un importante apoyo popular, además de que cuestiona nuestro sacrosanto sistema financiero e inmobiliario, en los que reside buena parte del poder oculto en la sombra de nuestro país.

Recuerdo que con el tema de las redes P2P pasó algo similar, puesto que nos llamaban piratas y delincuentes a tod@s por compartir música por internet... cuando era totalmente legal en ausencia de ánimo de lucro. Para hacer frente a este fenómeno trataron de desprestigiar y criminalizar a los ciudadanos que copiaban música, y lo siguen haciendo, de forma que toda la sociedad española era y somos criminales. Y ahora tratan de hacer lo mismo con la PAH, pero quizás el propio Rajoy debería mirar dentro de sí y de su partido antes de dar lecciones de democracia.

Quizás debería ver los imputados que tiene en su partido ejerciendo en cargos de responsabilidad, la financiación ilegal, los condenados por corrupción, el abono de sueldos millonarios a delincuentes, el ejercicio de la presidencia de Comunidades Autónomas a través de personas no elegidas en votación alguna, la no comparecencia en ruedas de prensa a los periodistas o  la inexistencia de explicaciones a los ciudadanos, la puesta en ridículo del término transparencia con una auditoría externa hecha a la mayor gloria del partido y pagada por tod@s nosotr@s... Y una vez que viera todo eso, debería dimitir antes de seguir calificando de antidemocráticos a los demás, porque ese sistema tendrá sus ventajas y bondades, seguro, pero llamarlo democracía quizás parece demasiado osado, no?

Cuando salir a la calle a defender lo nuestro, a protestar, a disentir... es profúndamente antidemocrático, es que algo no va bien. Ni lo irá. Cuando unos personajes, marionetas o poderosos, se hacen llamar a sí mismos La Democracia, es que algo va mal, no sólo por ser unos pocos (menos de ese 1% que se dice figuradamente) sino porque no son ejemplo de nada, sino más bien lo contrario.

Son los que han convertido lo que llaman democracia en un sistema hecho a su medida, donde disentir es de violentos, de antisistemas y de terroristas. Ellos son el sistema, esa es la verdad. Asistimos a una nueva cara del despotismo ilustrado y su "todo para el pueblo pero sin el pueblo", salvo que esta vez tratan de ir más allá y extirparle a la expresión el "todo para el pueblo".

Esto que llaman democracia es más bien el "sin el pueblo" de la frase, y nada ni nadie puede disentir sin significarse, pues de otra manera sus perros (jueces, policías, mass media...) se echarán encima de la presa como verdaderos sádicos. Nada cambiará hasta que esto cambie y el pueblo se de cuenta de quién es, de quién manda aquí y de que el miedo debe cambiar de bando para que este principio quede claro. Como decían muchos otros y entre ellos John Lennon, Power to the people.

Os dejo una viñeta publicada esta mañana en El Diario, muy significativa.


President Padrino Feijóo

Veo en los medios de comunicación las fotos de Feijóo con el Narco Marcial Dorado en su barco y su chalet y mis pensamientos se dirigen inevitablemente hacia alguna famosa secuencia de el Padrino.

Y cuando acabo de verlas, entonces leo los argumentos adjuntos que el Presidente gallego ofrece para "disculpar" el encuentro furtivo en alta mar y no puedo evitar reirme (por no llorar). Entre las excusas está esa de que no conocía en profundidad al tipo en cuestión y que "si hubiera sabido lo que después supe, no hubiera existido dicha relación". La verdad es que es un argumento bastante poco creíble, ya que  el señor Dorado ya era un conocido contrabandista en la Ría de Arousa en los años ochenta, cuando las fotos fueron tomadas en 1995. De hecho, la prensa ya recogió informaciones relacionadas con este señor, en relación a su famosa huída a Portugal junto a otros delincuentes para tratar de evitar la cárcel.

Años después salió casualmente exculpado en la Operación Nécora, en la que se condenó a personajes como Oubiña o Goyanes, a pesar de que por entonces se le conocía como dueño de al menos dos lanzaderas y seis planeadoras, que seguro no utilizaba para facilitar el transporte gratuito a los lugareños. Y ahora cumple catorce años de condena en la cárcel por tráfico de coca, además de haber estado implicado en blanqueos de capitales, sobornos, etc... según recogen los medios en estos días.

En la época de las fotos, el Sr. Feijóo ocupaba ya un cargo político, concretamente desde 1991, y poco después iniciaría una escalada progresiva hasta llegar a Madrid, en el Ministerio de Sanidad. Su carrera ha sido "intachable" hasta la fecha, llegándose a manejar entre los hipotéticos candidatos a suceder a Mariano... motivo por el que también debemos preguntarnos quién ha filtrado las instantáneas, si un enemigo o un "amigo" del partido.

Mi sensación es que Feijóo no tenía manera de no conocer que el Sr. Dorado ya ejercía de contrabandista, puesto que tampoco parece que ocultara su riqueza, o al menos así me lo parece por el tamaño de su yate, su coche o su casa. Las fotos son muy cordiales, incluso algo íntimas, como para no saberlo. Yo creo que lo que quiso decir el propio Feijóo estos días fue que si hubiera sabido que podrían ser publicadas, entonces no se hubiera dejado fotografiar. Pero claro, debió pensar que eso a él no le iba a pasar nunca... eso sí, es mi sensación...

Como bien ha dicho después, "esas fotos son lo que son, fotos". Pero sé que sí hay algo detrás de eso, aunque él lo niegue. Algo que no tiene por qué ser un delito, pero algo. Algo, como poco, que se nos mueve en el estómago cuando vemos a un político en activo subido en un yate como el del Rey tomando el sol junto a un delincuente. Algo que se suma a otros muchos algos y que nos hace estar algo hasta los huevos de tanto algo. Algo que ya ni nos sorprende porque en política ya hemos visto muchos algos, incluso estas secuencias que superan aquellas de Marlon Brando o Al Pacino haciendo promesas que nadie puede rechazar.

Algo hay, algo. Las fotos son fotos pero el algo es el algo. Hace tiempo podría haberlo dudado, pero hoy sé que hay algo detrás de las fotos. Estamos hablando un día más de un político de la "primera línea" pringado, o casi. Y ese algo, al menos, es una nueva gota que más pronto que tarde colmará el vaso que parecía que nunca se iba a llenar.

lunes, 25 de marzo de 2013

Les enfants de la patrie

Que dice Benzemá que no va a cantar el himno de su país, Francia, cuando suena en los partidos internacionales de su selección. Y vaya la que se ha formado! eso es intolerable! dicen algunos, y Marine Le Pen, "miembra" destacada  del Frente Nacional, dice que hay que prohibirle jugar a partir de ahora con les bleus (selección francesa), que no puede ser que "defienda" esos colores, ese escudo, esa patria, sin corear primero su sacrosanto himno.
Esta mañana, al levantarme, lo primero que he hecho ha sido preguntarme por este gran misterio, a la altura de los grandes enigmas de la humanidad. ¿Y por qué? como dice "Mou", ¿Por qué no cantará? como podríamos pensar de Bárcenas. Puede ser, en primer lugar, por su origen argelino, que le impida sentir firmemente los colores franceses, como puede pasarle a otros muchos compañeros de vestuario, puesto que seguro que estamos ante una de las selecciones más mestizas del mundo, en el mejor sentido de la palabra. Selección que, por otro lado, se convirtió en orgullo nacional en tiempos de Zidane, a quien acompañaban un montón de jugadores de todos los continentes (en los que Francia tuvo colonias). De hecho, tanto el propio Zidane como algún otro compañero no cantaban la marsellesa al iniciarse los partidos.
O podría ser, aunque quizás ya es demasiado, porque Benzemá esté en contra del imperialismo francés en África y que como muestra de repulsa no comparta ese momento de exaltación del patriotismo. Esta sería una gran noticia para mí, pero de acuerdo con los antecedentes del chico, parece que esta línea contestataria no será de su agrado, ni de su interés. Recordemos que este niño grande, este enfant terrible, como lo conocen en Francia, ha estado previamente mezclado en asuntos de prostitución de menores o, hace pocos días, pillado en la M40 madrileña a más de 200 kilómetros por hora, echando carreras con otro porsche del Madrid cuyo conductor no ha sido identificado, al menos públicamente.
Una tercera razón podría ser algo más mundana... porque canta fatal y no quiere que se le escuche graznando en la televisión. El chico podría ser muy pudoroso y a la vez respetuoso con la historia y el contenido del himno en cuestión, de forma que prefiere no maltratarlo. Y es que es cierto, creo recordar que algunas estrofas de la marsellesa son complicadas de cantar sin desafinar más allá de lo humanamente aceptable. Pues sí, podría ser, pero esta razón tampoco me convence del todo.
Me decanto por la última alternativa, la que nadie ha manejado. El tipo no se sabe el himno! quiere cantarlo pero no puede. No lo llega el intelecto para aprenderse algunas de las estrofas más famosas del mundo, esas que hasta nosotros casi nos sabemos sólo de oirlas, en nuestro francés puro, al estilo Zapatero.
A veces, cierro los ojos e imagino situaciones más o menos embarazosas. Hoy he visto a Benzemá haciendo un playback de la marsellesa, con Ribery al lado cantando a todo pulmón. He visto a un señor que se ha hecho más famoso con esto que por competir en la carretera o por compartir, presuntamente que yo sepa, cama con una menor. He visto a un pobre estúpido que ha vuelto a mezclarse en las cosas de los estúpidos: los himnos, las banderas, las carreras y los tangas de pago. Y creo que he visto también a un entrenador, a un club, orgullosos de tener un vestuario lleno de estúpidos, para que no piensen mucho, no vaya a ser que les cuestionen. Menos mal que nuestro himno patrio no tiene letra. No me gustaría ver a Ramos y a Arbeloa en la disyuntiva del pobre Benzemá. Ála Madrid.

martes, 19 de marzo de 2013

Viva Honduras!!

No salgo de mi asombro cuando la gente se rasga las vestiduras acerca de las torturas que nuestros soldados llevaron a cabo en Irak hace ahora casi diez años. Me sucede siempre lo mismo, cuando algún destacado miembro del ejército, la iglesia, el opus dei… abre la boca para decir simple y llanamente aquello que está pensando, por llamarlo de alguna manera. Simplemente eso, por mostrarnos la verdadera cara de su ideología, que tan bien escondida está casi todo el resto del año disfrazada de tolerancia, libertad y respeto por los principios democráticos recogidos en nuestra constitución.
Me sorprende que continúen pensando que el ejército, nuestro ejército, siempre va en son de paz a su destino, en tareas y misiones de carácter humanitario. Me sorprende que pensemos  que un militar, llegado el momento de la verdad, va a saber distinguir entre lo que está bien y lo que está mal. Me sorprende que pensemos, simplemente, que un militar haya sido entrenado para pensar.
Se trata de cuerpos entrenados bajo una férrea disciplina castrense para la guerra, para disparar, para matar. Han sido educados en violencia y en ningún caso en la palabra. En el odio al enemigo y no en el respeto a los derechos humanos, porque eso para ellos es cosa de “maricones”. Y así actúan, porque así fueron entrenados por los mismos que hoy se rasgan las vestiduras ante su comportamiento: generales, ministros y presidentes de países que continúan apostando por este modelo de control de la humanidad a través del miedo y del terror. Y en eso, los soldaditos son fundamentales.
Para estos prebostes todo está permitido, porque ellos todo lo controlan. El mundo son ellos. Son un rey cazando elefantes en un safari cinco estrellas, un juez que disculpa las violaciones d mujeres a causa de su vestimenta, un obispo que condena la homosexualidad o la declara enfermedad sistémica, un ministro que cuestiona el derecho a la huelga o a la manifestación, un profesor de religión que educa en el racismo a los chavales, un militar que tortura o asesina a sangre fría a terroristas en el prime time. Son, como decía antes, la verdadera cara del poder que dirige el mundo.
Son los privilegiados, los indultados, los que nunca tienen nada que ver, los que piden esfuerzos a los demás, los que se querellan porque tienen medios, los que no son corruptos, los  que saben la verdad de todo aquello que debe regir nuestro futuro. Son la “creme de la creme”. Sí, sabemos quiénes son y lo que quieren. Por eso, no debe sorprendernos su comportamiento, lo que no quita  para que sigamos dedicando nuestros esfuerzos para que algún día caigan. Para ello, tendremos que enfrentarnos con todos sus rostros, militares torturadores incluidos. Viva Honduras!