jueves, 1 de agosto de 2013

Cómete el mundo

Saludos de nuevo,

sí, llevaba tiempo sin escribir, y he decidido dejarme un rato en esta tarde para compartir con vosotrxs unos pensamientos en estas dos entradas de hoy. La verdad es que ahora ando con poco tiempo. Bueno, como casi siempre, no? y vuelvo a incumplir una vez más una promesa, en este caso esa que os hice de "postear" con frecuencia. En fin, vosotros me entendéis.
Ando ahora metido en cuestiones musicales, como a diario durante los últimos quince años aproximadamente. Cuando empecé en esto no tenía ni idea de nada de este mundillo. De hecho, no sabía ni siquiera que un pedal  pudiera definirse como distorsión... ¿para qué iba a hacer falta a un músico un sonido distorsionado? y eso que yo era de La Polla Records para arriba, eh? Pero claro, ni me lo hubiera planteado en ese momento.
Según ha pasado el tiempo y los ensayos con el grupo, traté de ir mejorando con la darbuka y el djembé, mis primeros instrumentos de percusión, hasta que luego pasé a tocar las congas y las pailas, siempre a mi manera y a la que me enseñaban quienes tenía cerca. Ah, eso y copiando a otros, método que también os recomiendo fervientemente. Todavía recuerdo una canción donde metía el cajón flamenco y decidí tratar de copiar un ritmo de un tema de Estopa, jeje.
En esa etapa ya empecé a enredar con la lírica de los temas, las letras, porque además sentí que era una necesidad que comenzaba a darse tanto en el grupo como en mi interior. Al mismo tiempo, cuando compramos nuestra primera mesita de sonido, más bien aquel juego de voces cutre, decidí empezar a preguntar para qué valían aquellos botones, puesto que a todos nos parecían iguales.
¿Qué más? bueno, pues lo siguiente fue coger un micro para hacer coros, haciéndolo compatible con la percusión. Se habían marchado personas que realizaban esta labor y alguien tenía que asumirla, por el bien del colectivo. Así que decidí comerme parte de mi vergüenza, con todo lo que eso supone, y comenzar a soltar gritos por el micro.
Y unos meses más tarde, tras la salida del cantante del grupo, decidí que había llegado el momento de dar el paso y asumir ese rol en lugar de coger otra persona, puesto que esa labor siempre requiere de un proceso de trabajo y adaptación al grupo humano y musical, que no siempre llega a buen puerto, como he comprobado varias veces a posteriori.
Desde ese momento estoy centrado en el tema vocal y lírico, pero he seguido trasteando, de forma que sé hacer sonar una batería, una guitarra de 3 acordes y un piano casio, de esos que son algo más grandes que los que teníamos de pequeños, en los que sonaba solo el Carros de Fuego.
¿Qué me queda? pues muchas cosas, pero ahora estoy metido en la teoría musical mientras empiezo a manejar otro instrumento, el bajo. Después de un año como alumno en un taller musical, con una horita semanal, estoy empezando a comprender este tema. Cuando me hablan de grados, intervalos, escalas o cadencias... más o menos sé por dónde van. Y qué placer poder tocar un instrumento armónico junto a la batería. Y pensar en poder hacer mis propias canciones!!
Todo este rollo para comentaros que, para gente como yo y supongo que como tú (que tienes las necesidades básicas más o menos cubiertas y que estamos aquí sentados en internet) muchas cosas son posibles. Casi todo. Yo no tenía ni idea de todo esto, y sí tenía ya más de veinte años.. podría haber pensado que ya era tarde,etc,etc. Pero no. Coraje, actitud, respeto y compromiso son valores que nos convierten en armas, al estilo de lo que decía Celaya con la poesía. Armas cargadas de futuro, pues el mundo será nuestro.
Armas con ganas de seguir aprendiendo a tener más puntería y de, seguramente, dispararse sobre la cabeza de quien está imposibilitando ese cambio de rumbo. Personal y colectivo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario